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De la serie:
¿HAY
DEMOCRACIA EN MÉXICO?
El
movimiento “#Yo Soy 132” y tres propuestas por ahora….
Por Gabriel Vargas
Lozano
Profesor-investigador
del Departamento de filosofía de la UAM-I
El surgimiento del
movimiento “#YoSoy132”, el 11 de mayo de este año, a partir del rechazo de los
estudiantes de la Universidad Iberoamericana a la presencia de Enrique Peña
Nieto, candidato del PRI a la Presidencia de la República, fue una de las
mejores noticias que hemos tenido en los últimos años. Un grupo importante de
estudiantes, recuperando una antigua tradición de rebeldía, desencadenaron un
gran movimiento para exigir una auténtica democracia en nuestro país y una
sociedad más justa. El origen de este movimiento fue significativo ya que se
inició con el repudio, por parte de estudiantes de la Universidad
Iberoamericana, de la actitud arrogante de Enrique Peña Nieto frente a la
violación de los derechos humanos por parte de la policía en San Salvador
Atenco (2006) realizada durante su gobierno en el Estado de México pero también
contra su posición de proseguir la política neoliberal que, después de 29 años
de aplicación despiadada, por los gobiernos panistas y priistas, no ha traído
al país ningún beneficio y sí, por el contrario, un aumento intolerable de la
pobreza frente a una enorme concentración de la riqueza en unas cuantas manos.
Pero además, los jóvenes saben que el neoliberalismo se encuentra en crisis
también en los países altamente tecnificados como los Estados Unidos y los
países europeos. Es por ello que aquí y allá se requiere un cambio de
estrategia económica hacia una política más justa. Lo interesante ha sido que,
hasta ahora, han marchado juntos los estudiantes provenientes de las
Universidades privadas y los de las públicas.
El movimiento “#YoSoy132”
logró, mediante su impulso, muchas cosas: en primer lugar, darle un sentido a
la acción de miles y miles de estudiantes que han estado decepcionados tanto
por la situación en que se encuentra nuestro país como por la presencia de una
terrible corrupción en los partidos de la derecha y la izquierda; en segundo
lugar, logró convertirse en un interlocutor que les abrió espacios en la radio
y en la televisión; en tercer lugar, logró organizar un tercer diálogo entre
los candidatos a la presidencia (salvo Peña Nieto que no aceptó la invitación
que le hicieron) mediante sus propios recursos, hazaña que no es fácil y
finalmente, después de las elecciones del primero de julio, la protesta ha logrado
mantenerse. Pero aquí viene el punto más importante: el movimiento surgió en el
marco de las elecciones nacionales y éstas se llevaron a cabo mediante
numerosas anomalías que han venido conociéndose en los últimos días. Algunas,
como la compra de votos son evidentes. Lo que se ha puesto de manifiesto es que
se encuentra en marcha de toda una estrategia por parte de la oligarquía para
dar por ganador a Peña Nieto antes de que se califique la elección y acusar de
“violentos” a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador por reclamar el
recuento de los votos y la falta de objetividad por parte de algunos
comunicadores. La caracterización de las elecciones está siendo motivo de
diferencias en el seno del movimiento “#YoSoy132” aunque para muchos debería
estar claro que las televsuisoras manipularon las encuestas durante treinta
días para hacer creer que Peña Nieto le llevaba 20 puntos a López Obrador; que
existió compra de votos; que se hicieron circular rumores para infundir miedo y
que no se puede decir que estas elecciones fueron limpias.
El objetivo de revisar
los resultados electorales es muy importante pero la demanda de una
democratización en los medios masivos de comunicación como punto de partida de
otras luchas por la democracia y la justicia debería ser mantenida ya que, como
decía Augusto Monterroso en el cuento más corto del mundo y que se aplica a
nuestra situación: “cuando despertó, el dinosaurio seguía allí”, es decir,
cuando pasaron las elecciones, la oligarquía sigue allí tratando de vender lo
que queda del país a las transnacionales; allí están todas las corporaciones y
sus caciques correspondientes manipulando y coaccionando a sus agremiados; allí
sigue Elba Esther Gordillo para lucrar con el control del SNTE; la manipulación
de la información por parte del duopolio de la televisión y tantas cosas más que
son ampliamente conocidas. Y allí siguen millones de ciudadanos desorientados y
atarantados que siguen votando conciente o inconscientemente por el grupo
causante de sus propias condiciones de pobreza o peor aún, agolpándose en las
tiendas para “cobrar” mediante víveres y enceres domésticos, la ignominia de
haber vendido sus conciencias.
Por esta razón,
propongo que los jóvenes que conforman el “#YoSoy 132”:
1)
Formen una organización estudiantil nacional en
la que priven reglas estrictamente democráticas y pongan muchos candados para
que el poder ni los partidos puedan cooptar a sus dirigentes. Tal vez una red
de redes que permitan el vínculo entre todos.
En otras
palabras, la sugerencia es que pasen de lo espontáneo a la organización porque
lo espontáneo sirve solo durante un período y posteriormente desemboca en la
dispersión. Se los dice alguien que pertenece a la generación de 1968 y que vio
a muchos jóvenes sacrificados en la Plaza de las tres culturas de Tlatelolco y
también en acciones de organizaciones armadas que no tenían ningún vínculo
orgánico con el pueblo, a pesar de que pretendían luchar por él.
2)
Sugiero también que organicen mejor las redes
de comunicación que ya tienen para darles más fuerza: un buen canal de
televisión por internet, videos en You Tube, podcast y todas las formas
electrónicas de comunicación para combatir al duopolio y para difundir otras
noticias, otras ideas, otras formas de pensar.
3)
Mi tercera sugerencia es que propicien
múltiples diálogos entre ustedes, dirigentes de organizaciones sociales y los
intelectuales críticos para analizar la situación y esclarecer los caminos que
hay que seguir de aquí en adelante.
Estas son sólo algunas
propuestas pero seguramente habrá más.
México, D.F.
4 de julio de 2012
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